Consagración a la Virgen María - una reflexión

Los acontecimientos de estos días del mes de marzo fueron tan rápidos, se precipitaron tanto, que poco tiempo quedaba para pensar o para comprender. Ahora se acerca la Semana Santa y, conviene respirar un poco. Como preludio de la Semana Santa, el viernes de dolores (3 de abril) se quiere consagrar el Paraguay a la Virgen de Caacupé. Mi mensaje es sobre esta consagración y los días que nos preparan a este acto.

¿En qué consiste consagrarnos a María? Significa que nos pondremos a la total disposición de la Virgen pero el objetivo ulterior y final es entregarnos totalmente a la voluntad de Dios y a su divino proyecto.

¿Y por qué esta entrega a Dios pasa por las manos de María? Porque no es tan fácil entregarse a Dios sin reservas y hasta podemos equivocarnos en la manera de hacerlo. Por ejemplo, de nuestra parte podría haber un fanatismo que excluye, o un voluntarismo que no cuenta con la gracia de Dios, o un formalismo casi mágico. Queremos ser totalmente de Dios, sí, pero a la manera como María pertenecía totalmente a Dios.

¿Qué es esa manera?

  1. En primer lugar, María no ayudará a aceptar que somos criaturas de Dios, él nos ha hecho de una determinada manera. María fue escogida para ser la purísima, pero, también cada uno de nosotros tiene una vocación única de parte de Dios y nuestro nombre está escrito en sus manos.
  2. Después, en segundo lugar, esta consagración implica escuchar a Dios cuando él nos habla en un momento determinado de algo muy concreto. Debo indagar bien cuál sería su voluntad en mi caso y tener eso ya como costumbre.
  3. Finalmente la consagración consiste en obedecer la voluntad de Dios ya descubierta. Me tocará decir como María y con ella: yo soy la esclava o el esclavo del Señor, hágase en mí según tu palabra. Todo el resto de la vida será caminar en servicio a los demás. En este recorrido nuestro, ¡qué hermoso compañero de viaje es la Palabra de Dios y el rosario, qué alimento fuerte la eucaristía!

Si el Paraguay - es decir, muchos de sus habitantes - así se consagra al proyecto del Reino de Dios por las manos de María, todo cambiará para mejor y también esta prueba de la pandemia será para un bien.

Dios nos pide todo el corazón, y con el apoyo maternal de la Virgen de Caacupé seremos capaces de entregarlo. Si me consagro me pedirá no sólo el corazón, sino también mis manos.Seguro que alrededor mío hay gente que me necesita en estos tiempos de precariedad. Somos todos tuyos, Nuestra Señora, hágase en nosotros la voluntad de Dios.

27 de marzo 2020
Mons. Guillermo Steckling

Tiempo de pandemia - ¿qué nos dice Dios, hoy?


¡Un cordial saludo a todos! 

Soy Mons. Guillermo, obispo de Ciudad del Este, Paraguay. Vamos avanzando más días en la cuarentena. No sé qué aspecto les llama más la atención. A mi me impresiona sobre todo que esto es algo mundial. Todas las noticias de tantos países diferentes reflejan la misma gran preocupación que nos afecta a todos. Se puede sentir que la humanidad en este momento se da cuenta que estamos navegando en el mismo barco. Estamos habitando una gran casa común. Nunca lo hemos sentido antes como en estos días de pandemia. (Siga en youtube.)

En el Paraguay celebramos el Año de la Palabra de Dios. Desde el principio habíamos dicho que se trata de abrir la biblia, leer la palabra de Dios escrita, pero que no sólo es eso. Dios habla de otras maneras también: por la naturaleza o por los acontecimientos o por las personas que encontramos. ¿Qué es lo nos dice Dios hoy por los hechos? Me atrevo a decir lo que siento personalmente, imaginado que vale para otras personas más.
  • Una cosa que el Señor nos dice con seguridad es que no nos desanimemos. El desánimo no es de Dios. Necesitamos buscar Su paz: “mi paz les dejo, mi paz les doy, no la doy como la da el mundo” (Jn 14,27). Con mucha humildad tenemos que buscar esta paz reconociendo que necesitamos cambiar nuestras vidas pero que seguimos siendo seres muy queridos por nuestro Creador y Salvador. Su Espíritu divino quiere encenderse con más fuerza en nuestro corazón.
  • Segundo, Dios se comunicará con nosotros a través del abundante tiempo libre, silencioso que nos regala ahora que nos quedamos en casa. El tiempo es un hermoso regalo – para cuidar los detalles de la casa, para hablarnos, para agradecer a Dios, para alabarlo y pedirle muchas cosas. Valoremos estos momentos de meditación, de oración que siempre habíamos buscado. No desperdiciemos este tiempo. Conversemos también con los Santos de nuestro nicho familiar, con la Virgen María. Pensemos en la misma persona de Jesús que sabemos que está en el Santísimo en algún templo no tan lejano, y que también nos espera en la Biblia, en la palabra escrita de Dios. Busquemos momentos de oración común con los de la casa.
  • En tercer lugar, no pensemos solamente en nosotros. Hay muchos que están más afectados por la enfermedad que nosotros, comenzando con las personas que no tienen un ingreso seguro del que se puede vivir dignamente en estos días de cuarentena. Otras personas se dedican a cuidar a los enfermos corriendo muchos riesgos, pasando muchas fatigas. Ahí están también todos los que cumplen funciones necesarias para que el bien común. Pensemos también en los que sufren de la soledad y se desesperan, que no aguantan quedarse en casa y hacer nada. Todos ellos necesitan nuestra oración, o una llamada por teléfono, o una mano generosa que les ayude.

Los sacerdotes vamos a seguir oficiando la santa misa por el bien de todos, por el país, por la humanidad. Hoy más que en otros momentos nos damos cuenta de que habitamos una casa común. El mundo puede sentir más que en tiempos ordinarios que existe “Él que vive” (Apoc 1,18), que hay Alguien que nos cuida. De parte de los cristianos, nuestro mayor aporte será la serenidad, la oración y la solidaridad vividos con sencillez.

Ideologías

Una ideología es en el mejor de los casos el fruto del así llamado pensamiento débil. El mundo resulta ser muy complejo y nos sentimos más cómodos si encontramos una explicación simple y máximas simples para actuar. El comunismo va a decir que la pobreza sólo viene de la opresión y que hay que promover la lucha de clases, el capitalismo va a afirma que la fuerzas del mercado nos llevarán a un futuro mejor, etc. Las explicaciones ideológicas siempre son simplistas, las normas de actuar demasiado claras, y se pretende saber  de entrada quienes son los buenos y los malos. Los hermanos de las ideologías son el fanatismo y el sectarismo y sus padres la comodidad, el miedo y la ignorancia.

En el peor de los casos la ideología es un instrumento manejado astutamente para dominar el mundo.  Decimos a la gente qué pensar y cómo actuar, y les prometemos la felicidad o la tranquilidad, y así nos siguen. En esta caso las ideologías se vuelven a menudo irracionales y hasta ridículos pero resultan ser muy poderosos. Por ejemplo, ¿no estará detrás de la ideología del género el objetivo de disminuir la población?

La ideología no se puede difundir sin propaganda consciente y fuerte. Sólo lo que se maneja en los medios nos parece importante, lo que no se menciona ahí no existe.

¿Y cuál es la defensa contra estos sistemas de pensamiento que nos “alquilan la cabeza”? Es el recurso al Único Ser que comprende toda la complejidad del mundo porque es su Creador y lo sigue creando. Dice el Eclesiastés (3:11): ”Él, en el momento preciso, todo lo hizo hermoso; puso además en la mente humana la idea de lo infinito, aun cuando el hombre no alcanza a comprender en toda su amplitud lo que Dios ha hecho y lo que hará”.

La oración silenciosa, la escucha de la palabra divina, el ejemplo de los santos hacen caer los sistemas ideológicos. La verdad está en una persona, la persona de Jesús quien dijo “yo soy la verdad” (Jn 14:6); esta verdad nos hará libres (cf. Jn 8:31) y no la seudo-verdad ideológica. Si queremos sobrevivir como cristianos y llevar una vida santa, caracterizada por la pureza y la entrega generosa, lo primero que debemos ganar es la batalla ideológica.

Sobre la ideología del género

El sol, la luna o las estrellas no poseen un género definido. Pueden ser masculinos, femeninos o neutros dependiendo de los idiomas. En alemán el sol es femenino, en inglés neutro.

El género de las personas está ligado a su sexo. Somos hombres o mujeres con algunas limitadas variaciones según el ambiente cultural.

La ideología de que el género de hombre o de mujer es pura construcción social  va contra el sentido común. Me indigna ya por ese motivo, y me indigna más todavía porque se la quiere imponer de manera subrepticia.

Los ideólogos del género afirman defender a los homosexuales y todos los LGTB. Es verdad, las personas homosexuales merecen más respeto. Todos tenemos un alma que salvar y esto no lo podemos hacer solos, necesitamos ayudarnos mutuamente para llegar a Aquel que salva. Pero no podemos cambiar la Biblia que constata que Dios creó a los humanos “según su imagen y semejanza, macho y hembra los creó” (Génesis 1,27). En la complementariedad de hombre y mujer somos imagen de Dios.

¿Por qué se propaga tanto esta ideología? Está documentado que se pretende sobre todo el control de natalidad, ya no con medicamentos sino cambiando nuestras culturas. Primero se desvincula el sexo de la generación de nuevas vidas y después, se pretende quitar de su lugar la familia como la conocemos. Como bonus desaparecerá también el concepto del ser humano que nos da el cristianismo. Pero, ¿la natalidad de quién se logrará controlar? De los que no se resisten, y van a sobrevivir y florecer aquellas culturas que están a favor de familia.

En vez de construir ideologías, ¿por qué no nos preguntamos cuál es el plan del Creador? ¡No nos corresponde corregir el designio amoroso de Dios que se expresa tan bellamente en el amor conyugal!

+ Guillermo Steckling
Obispo de Ciudad del Este

Todo es gracia

El día 28 de agosto es la fiesta de San Agustín a quien se le llama  también el “Doctor de la Gracia”. ¿Qué nos puede decir este santo hoy, después de 1.500 años?

Uno de sus adversarios era un tal Pelagio, un monje austero de las Islas Británicas. El pelagianismo enseñaba que no necesitamos la gracia de Dios para salvarnos y llegar hasta él - basta el esfuerzo humano animado por el buen ejemplo de Jesús. El pecado original no existe. San Agustín, sin embargo, mantenía que nuestra salvación siempre es una gracia de Dios inmerecida. El seguidor de Pelagio quiere “ganarse” el cielo, el seguidor de San Agustín alaba a Dios por el regalo inmerecido de su salvación y después, actúa por gratitud.

La Iglesia a través de los siglos siempre ha favorecido a Agustín y considerado el pelagianismo como una herejía, una enseñanza equivocada. Se trata de una doctrina seductora que hasta hoy tiene sus adeptos, aunque no sepan quién era Pelagio. Ellos se convencen que llegaremos a Dios con nuestro esfuerzo - pero lamentablemente desaniman a aquellos que sienten el gran peso de sus pecados. Sobre el tema el Papa Francisco nos dice, todavía hoy: «Tengan confianza en el perdón de Dios. ¡No caigan en el pelagianismo!» - «La salvación no se paga, la salvación no se compra. La Puerta es Jesús y ¡Jesús es gratis!»

La salvación no se gana ni se merece; sólo se recibe abriendo el corazón y renunciando al pecado, y luego conduce a la alabanza de Dios y una vida llena de buenos frutos. ¿Quién ha hecho más por la humanidad que la Virgen María? Y ella no dijo respondiendo al Ángel “voy a esforzarme y hacer lo que tú has dicho” sino “hágase en mí según tu palabra” que es lo mismo que “la gracia de Dios actúe en mí”. Todo es gracia, decía el poeta Bernanós.

Comunión, diferentes funciones pero una única cabeza, Cristo

Contemplemos la vid con sus ramas, imagen bíblica de la comunión que constituye la Iglesia. Dice Jesús: “Yo soy la vid; ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no pueden hacer nada” (Jn 15).

Les invito a mirar dos significados de “comunión”. El primero es la unidad que caracteriza la Iglesia. Formamos un solo cuerpo cuyos miembros tienen diferentes funciones pero están bajo una única cabeza, Cristo. Como cabeza del cuerpo, Cristo sigue presente hasta hoy a través del sacramento del orden sagrado, es decir a través de los diáconos, sacerdotes y obispos. Debemos entendernos sobre todo como un solo cuerpo, como Iglesia que es una, santa, católica y apostólica; recién después nos diferenciamos por parroquia, movimiento o comunidad.

El segundo significado de “comunión” se refiere a la Eucaristía. Recibiendo el cuerpo de Cristo entramos en comunión con su persona. Al mismo tiempo, a través de Jesús, vivimos la comunión con todos los hermanos y hermanas en un momento privilegiado de agradecimiento e intercesión por ellos.

Por eso, la liturgia eucarística es un área muy sensible cuyos detalles debemos cuidar mucho ya que nos hace entrar en comunión íntima tanto con el Señor, nuestra cabeza, como con todos sus miembros que son tan diferentes entre ellos. Todos se deben sentir queridos y acogidos.

Según el Vaticano II, la comunión se vive cuando “toda la Iglesia aparece como «un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (LG 4, cf. San Cipriano).

(Publicado inicialmente en SicPrensa)

Somos imagen y semejanza del verdadero Dios

Llamados a convertirnos en imagen y semejanza del verdadero Dios

El ser humano es imagen de Dios - “hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza” dice la Biblia (Gen 1,26). Dios es el original, nosotros somos una imagen que salió de manera más o menos lograda. Si el retrato no tiene mucha similitud no por eso tengamos en menos el original. Sobre todo, no tratemos de cambiar al original, que es Dios, según nuestra conveniencia. Él solo es santo, es tres veces santo  y no se le debe tocar ni retocar el original.

Jesús nos ha revelado la verdad sobre Dios. Ahora sabemos que Dios es una trinidad, que es la Santísima Trinidad. Esto significa amor y armonía entre tres personas muy distintas - el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo - que por su amor y armonía constituyen un solo Dios. Dios arde como fuego de amor y sus tres personas se funden en este fuego en un solo Dios. Al mismo tiempo su amor rebosa hacia nosotros y Su misericordia se extiende como el mar.

A veces nos asusta nuestro poca semejanza a Él; somos imágenes tan lejos de ser perfectos. ¿Qué debo hacer para asemejarme más al Dios que reveló Jesucristo?

Esto no se logra sólo con la reflexión sino hay que practicar. Practicar el asumir las diferencias entre nosotros, manteniendo cada uno su personalidad única y al mismo tiempo viviendo en amor y armonía. Respetarnos como somos  y no querer que todos seamos del mismo molde. Por algo existen seres tan diferentes como lo son hombre y mujer, niño y anciano, paraguayo, indígena y extranjero, la persona muy dotada y afortunada y gente pobre y sufrida. Si creemos en la Trinidad llegaremos a reconocer que nadie puede lucirse sólo él o ella como imagen de Dios. Todos juntos, sí, abiertos a la gracia de Dios y por el trato que nos damos y la caridad que nos tenemos mutuamente, llegaremos a ser más y más imagen y semejanza de Dios. 

Toca sentir y actuar siempre “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

(Publicado la primera vez en sicprensa.)

Carta pastoral enero 2016

La Iglesia es comunión

Carta pastoral, enero 2016


Queridos Hermanos y Hermanas, formando parte de la Iglesia Católica en Alto Paraná y Canindeyú,

            La visita del Papa Francisco el año pasado fue sin duda un llamado a la renovación. Por ese motivo, “Llamados a una renovación radical”, fue escogido como el título de la reciente carta de los obispos del Paraguay, dirigida a todos los hermanos y hermanas del país.

            ¿Necesitamos renovación? El Papa en su visita nos indicó cuatro puntos donde la precisamos: conocer a Dios, porque no hay vida cristiana posible sin “conocimiento experiencial” de Dios; vivir la hospitalidad, -  la Iglesia debe ser “casa de la hospitalidad”; humildad y misericordia – la viviremos en este año de la misericordia; ser pueblo – nos toca fomentar “una cultura del encuentro y del diálogo”. Escuchando esto nos damos cuenta: sí, necesitamos renovación, y desde las raíces (“radicalmente” quiere decir eso). ¡Somos “llamados a una renovación radical”!

            En la diócesis de Ciudad del Este se da una gran diversidad de culturas y una enorme riqueza de vivencias espirituales distintas. Nos maravillan y a veces nos pueden confundir. En este último caso lo más cómodo sería dejar ir a cada uno por su lado. Ya escuché la frase, dicha por algún grupo: “nosotros no necesitamos la Iglesia”. Pero si actuáramos así, ¿no equivaldría eso a dar gusto a lo que San Pablo llama la carne – “cuando uno dice: Yo soy de Pablo, y otro: Yo soy de Apolo, ¿no son ustedes  carnales?” (1 Cor 3,4)?

            En realidad, la Iglesia es del Espíritu Santo y no de la “carne”. En la fe incluso la llamamos el Cuerpo de Cristo y por eso no puede hacer más que una sola iglesia. LA IGLESIA ES COMUNIÓN –  o como decía San Cipriano 17 siglos atrás: “La Iglesia aparece como un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. ¿Cómo lograr esa unidad en la práctica?

            Creo que ya tenemos algunas pistas, y por eso volvamos a los cuatro puntos mencionados arriba que fueron desarrollados por Papa Francisco durante su estadía en el Paraguay. Lograremos la comunión si conocemos a Dios por medio de la oración; si nos acogemos mutuamente en hospitalidad aunque uno reza de una manera y otro de otra manera algo diferente; si en humildad y misericordia reconocemos nuestras miserias y sabemos perdonar las miserias de los demás; y si sabemos ser pueblo con todas las virtudes que se necesitan para la convivencia cristiana y ciudadana. Estoy más que convencido, estoy seguro que la comunión se puede lograr en base a una renovación radical desde las mencionadas cuatro raíces, y bajo los cuidados de la Madre de la Iglesia, la Virgen María.

            En el año 2016 seremos guiados por un nuevo plan pastoral que se publicará y entrará en vigencia el 3 de febrero; acabo de redactar un aporte mío sobre la liturgia. Es un plan que quiere ser un comienzo y no una conclusión, porque necesitamos mirar hacia el futuro. Juntos tendremos que discernir lo que Dios nos pide como Iglesia en Alto Paraná y Canindeyú. Cada uno, cada grupo tendrá algo valioso y único que  puede aportar para seguir edificando la Iglesia de Cristo bajo la protección de la Virgen María y con la intercesión del Señor San Blas.

            Les deseo a todos abundantes bendiciones para el Año del Señor 2016, Año Jubilar de la Misericordia!
           
 Ciudad del Este, 1º de enero de 2015


+Guillermo Steckling, O.M.I.
Obispo de Ciudad del Este

Bioética: La Experimentación con Humanos

La Experimentación con humanos desde el punto de vista de la Bioética
Seminario “Bioética en el marco de las Ciencias Jurídicas”
Universidad Católica (Paraguay), Campus de Ciudad del Este

“El seminario se propone introducir a los participantes en el debate crítico de temas como el matrimonio igualitario, bioética y tecnología, el aborto desde el punto de vista de la ética del derecho, bioética y experimentación en el hombre entre otros. Se quiere lograr que los jóvenes aprendan a razonar con rigor, para así obrar con rectitud y servir mejor a la sociedad.”

Notas introductorias

Se trata de un tema al que un especialista podría dedicar muchas horas. Habría que tener en consideración el progreso actual de la investigación médica y farmacéutica, la historia de la experimentación humana, el avance de la bioética y la legislación pasada y presente a nivel internacional y nacional.
Hablaré como obispo y pastor, no como especialista. Voy a hacer referencia a los campos que acabo de mencionar desde el punto de vista de la Iglesia católica. Como hombre de fe, pastor  y obispo me interesan sobre todo las conexiones entre vivencia humana, ciencia, vida profesional y fe.
Una imagen sencilla para señalar lo que está en juego aquí puede ser nuestras relaciones con un objeto vivo como por ejemplo un árbol. A un árbol grande y hermoso uno se puede acercar desde distintos ángulos, en distintos roles. El poeta o el músico se sentirá inspirado para cantar la belleza del árbol, el botánico se va a interesar por su clasificación y averiguar exactamente su especie y su edad, un carpintero va a ver su utilidad para la construcción y el comerciante se va a poner a calcular su precio. Hay muchas maneras de acercarse a una realidad y todas tienen su razón de ser y son hasta cierto punto legítimos. Pueden también entrar en conflicto en el momento de tomar decisiones, por ejemplo cuando alguien quiere cortar el árbol.
¿Cómo se presenta el mismo cuadro cuando nos acercamos al ser humano? Aquí entran en juego varios factores adicionales, por ejemplo la relación interpersonal, los derechos humanos o la fe en que la persona es imagen de Dios. Necesitamos establecer cuál es el ángulo que debe tener preferencia a la hora de llegar a decisiones; cada persona lo tiene que discernir en su conciencia y juntos también necesitamos formular nuestra ética. Nuestra antropología no se va a poder separar de nuestra cosmología y de nuestra teología. Yo quisiera que esta noche sintamos aunque sea un poco esta necesidad de una mirada coherente sobre el ser humano en su mundo, teniendo en cuenta a su Creador. La encíclica del Papa Francisco sobre la ecología, Laudato Si´, es un bello ejemplo cómo se hace la conexión entre la naturaleza, el ser humano y Dios y nos puede convencer que estas tres realidades son inseparables.
En cuanto al tema más específico de esta noche, entran en juego conceptos sobre cuya definición necesitamos entendernos para saber de qué estamos hablando.
Experimentación con humanos: Se quiere investigar empíricamente el ser humano, su cuerpo y también su mente, su sicología. Se hacen investigaciones en general o sobre algún tema específico con personas sanas o enfermas,  se prueban medicamentos y tratamientos en casos particulares o con muchas personas, se hacen estadísticas para sacer conclusiones. Surgen preguntas más insistentes cuando la medicación es cuestión de vida o muerte, o cuando se usan tejidos vivos, o cuando se hacen pruebas que tocan nuestro genoma, o cuando entran en juego embriones humanos.
Bioética: las nuevas posibilidades hacen surgir preguntas éticas que necesitan una reflexión serena y cuyos resultado se deben reflejar en la legislación y la jurisprudencia. Empleo para nuestro propósito una definición de bioética que la limita a las cuestiones que tienen que ver con el ser humano, no incluyendo directamente la ética de nuestro proceder con el resto de los seres vivos.
Iglesia Católica. Para concluir esta introducción creo oportuno aclarar mi actitud como representante del Magisterio de la Iglesia Católica. Me es importante afirmar que aquí no se trata de defender el punto de vista de la Iglesia en una especie de hacer lobby, como digamos un empresa farmacéutica quiere hacer valer su experiencia y también sus intereses. El interés de la Iglesia no puede ser otro que servir a la verdad, en este caso la verdad sobre el ser humano, y promover una ética que respete la dignidad humana. Lo que la Iglesia puede ofrecer es una visión coherente del hombre, del mundo y de Dios que se apoya en la fe pero que creemos que en gran parte se puede mantener en pie sola sobre el fundamento de la ley natural.

Preguntas que surgen

Muchas veces, en una situación surgen preguntas prácticas, inmediatas y apremiantes que nos conducen luego a preguntas profundas y esenciales. Lo describe bellamente la constitución Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II, 50 años atrás. Este documento del concilio comienza aclarando que se dirige no sólo a los Cristianos sino a todos los hombres[1]. Luego dice:
“En nuestros días, el género humano, admirado de sus propios descubrimientos y de su propio poder, se formula con frecuencia preguntas angustiosas sobre la evolución presente del mundo, sobre el puesto y la misión del hombre en el universo, sobre el sentido  de  sus  esfuerzos  individuales  y colectivos, sobre el destino último de las cosas y de la humanidad.”[2] [3]

En la bioética emprendemos una reflexión sobre preguntas prácticas que surgen con el fin de encontrar principios y normas para regular nuestro poder sobre la vida del hombre, poder que ha crecido enormemente. Hoy poseemos los medios para curar muchas enfermedades antes incurables como la tuberculosis y la lepra, regular la fertilidad, reemplazar órganos, congelar embriones y soñar con muchas posibilidades más. Pero si queremos llegar a respuestas válidas no podemos esquivar las preguntas más fundamentales.
Nos pueden maravillar las nuevas posibilidades y los grandes avances, y en este campo hay tanto progreso verdadero y positivo. Pero la historia enseña que también somos capaces de traspasar nuestros límites.
Siempre me acuerdo de un dentista que me trataba unos años atrás. Lo hacía con un precio especial, y en su consultorio le gustaba conversar conmigo sobre filosofía; era profesor de filosofía también. Una vez mientras que me hablaba sentí un fuerte dolor y reaccioné con un gemido. Mi doctor se asustó, preocupado. Luego me dijo: Disculpe, Padre, me entusiasmé demasiado.
¡Nos podemos entusiasmar demasiado! La pregunta fundamental que surge es la siguiente: ¿Es bueno, e incluso es lícito hacer todo lo que podemos hacer técnicamente? Obviamente no lo es – todos comprendemos que no hay derecho de matar a personas, o de disponer sin más de los órganos de una persona viva. Pero la tentación de hacer precisamente esto se presenta, especialmente en el caso de los más indefensos.
De eso ya se ha hablado en este seminario, el tema que nos toca hoy es la experimentación. En al afán de saber más, de tratar mejor enfermedades y mejorar la salud, ¿hasta dónde podemos ir con nuestros experimentos?

Experimentos y transgresiones

Para probar nuevos medicamentos y para adelantar la medicina, muchos experimentos se hacen necesarios, cuya última fase suele ser la experimentación humana. Experimentos se han hecho desde siempre. El año 1865 marca un hito cuando el francés Claude Bernard publica su libro “Introducción al estudio de la medicina experimental”.
Pero también es sabido que en estos estudios empíricos hubo abusos, y graves. El caso más famoso constituye la experimentación en Auschwitz en tiempo de los Nazis, por el infame Dr. Mengele y otros. Pero ya hubo abusos anteriores. En 1906 un profesor de Harvard, EEUU, Dr. Richard Strong infecta a prisioneros en las Filipinas con el cólera para estudiar la enfermedad. “Trece de ellos mueren. Se compensa a los sobrevivientes con cigarros y cigarrillos.” Durante los Juicios de Nuremberg, médicos nazis citan este estudio para justificar sus propios experimentos médicos.[4]
Muchos de los abusos posteriores, especialmente en Rusia y EEUU, tienen que ver con el desarrollo de las armas nucleares, biológicas y químicas.

A continuación se presenta una tabla de varios experimentos, años y lugares donde han ocurrido investigaciones que no han cumplido con normas de la investigación en sujetos humanos[5].
Experimento
Ubicación
Periodo
Observación del comportamiento de la sífilis
Tuskegee, Alabama, Estados Unidos.
1932 a 1972
Inyección de substancias radioactivas (Plutonio)
Rochester, Estados Unidos.
Finales de la década de los cuarenta, inicios de la década de los cincuenta.
Comportamiento de individuos y militares en un campo radioactivo.
Nevada, Estados Unidos.
1951 a 1963
Simulación de ataques biológicos a la ciudad. Longitud de expansión de una bacteria. (Prueba de Vulnerabilidad)
San Francisco, Estados Unidos.
1950
Simulación de ataques Biológicos bajo tierra.
Nueva York, Estados Unidos.
1966
Experimentos con gases venenosos
Haengyong, Corea del Norte. Campo para prisioneros políticos.
1965-1991

Según J. V. Gutiérrez, existen en la historia reciente de la Medicina algunos ejemplos de abusos realizados en miembros de minorías raciales o en personas recluidas en instituciones.[6]
Incluso se ha hablado de "colonización científica" cuando los pacientes de países pobres son sometidos a experimentaciones que no podrían ser autorizadas en países ricos. Hace dos o tres meses se cuestionó en Perú la manera de hacer experimentos médicos con tres mil niños, con la recompensa de una canasta de alimentos.
Muy vulnerables son seres humanos como los embriones, fetos, niños, mujeres gestantes, ancianos, deficientes mentales, pacientes terminales, personas internadas en instituciones. Una parte de los experimentos humanos se derivan hoy de la fertilización en vitro cuyo resultado son numerosos embriones humanos sobrantes, congelados, que según las leyes del país se pueden legalmente usar para experimentos. También se utilizan para estos fines tejidos de fetos abortados, según recientemente se ha publicado.

Leyes y Ley Natural

Algunos de estas prácticas que llamamos aquí abusivas pueden ser legales. Se plantea aquí el problema de las leyes injustas. El enseñamiento de la Iglesia dice que existe una ley natural a la cual debemos hacer referencia por encima de las leyes particulares..
“La ley natural expresa el sentido moral original que permite al hombre discernir mediante la razón lo que son el bien y el mal, la verdad y la mentira. ‘La ley natural está inscrita y grabada en el alma de todos y cada uno de los hombres porque es la razón humana que ordena hacer el bien y prohíbe pecar…’ (León XIII, enc. "Libertas praestantissimum).” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1954)

Esta orientación es accesible a todos, entonces. Pero es cierto también que tenemos dificultades de entenderla y aceptarla, como también lo expresa el Catecismo de la Iglesia Católica:
“Los preceptos de la ley natural no son percibidos por todos, sin dificultad, con firme certeza y sin mezcla alguna de error. En la situación actual, la gracia y la revelación son necesarias al hombre pecador para que las verdades religiosas y morales puedan ser conocidas ‘de todos y sin dificultad, con una firme certeza y sin mezcla de error’ (Concilio Vaticano I…)” (Catecismo, 1960)


Nos toca razonar en base a la ley natural ante los desafíos de la bioética. Razonar bien nos hará descubrir la verdad pero la fe nos da luces para llegar más rápido. Es como cuando queremos construir un edificio – la estructura tiene que sostenerse por sí misma pero éste se levanta con la ayuda de un encofrado y apuntalando bien elementos aún frágiles hasta que todo esté bien establecido. Tampoco tiene que haber condiciones climáticas muy adversas que lo harán difícil construir. Así también la bioética puede ser amenazada por los vientos y las lluvias de los intereses creados.
¿Qué nos dice la ley natural?
Nos dice que la ciencia puede hacer y necesita hacer pruebas empíricas para progresar. Pero la experimentación tiene sus límites cuando afecta a seres humanos, y más todavía cuando el objeto de la experiencia es el mismo ser humano. Ya es problemática la experimentación con aquellos animales que son capaces de sentir dolor o miedo. La ley natural nos hace caer en la cuenta del gran valor del ser humano y su posición única.
¿Por qué el ser humano es especial? La ley natural nos dice porque es el ser que se encuentra por encima de todo el resto de nuestro mundo visible. Que es portador de valores inmateriales, que es persona, que tiene una dignidad única. Por ese motivo, la ley natural nos exige su respeto por encima de otros factores que entran en juego.
La fe no permitirá avanzar todavía más. El hombre es el único ser capaz de reconocer a Dios. Es imagen de Dios, y más específicamente, en sus relaciones es imagen del Dios-Amor, de la Trinidad de Padre, Hijo y Espíritu. Su valor no depende tan sólo de él ni de sus cualidades, su valor está en el hecho de que Dios es su Padre. Es por eso que desde la fe defendemos la dignidad de los más débiles: los que no nacieron todavía, los que están ya al fin de la vida, los enfermos graves incluso en coma, los que son especiales en sus capacidades. Valen porque Dios los hizo. Si usamos bien nuestra razón vamos a descubrir que también esta visión que descubrimos desde la fe puede justificarse desde la ley natural.

Algunos reglamentos bioéticos existentes

Según Javier Vega Gutiérrez[7], los dos pilares de la regulación de la experimentación humana son el Código de Nüremberg (1947) y la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial (1964). En Nüremberg se establece por primera vez la obligatoriedad del consentimiento informado. La Declaración de Helsinki es un cuerpo de principios éticos que deben guiar a la comunidad médica y otras personas que se dedican a la experimentación con seres humanos. Por muchos es considerada como el documento más importante en la ética de la investigación con seres humanos, a pesar de que no es un instrumento legal que vincule internacionalmente. Ya hubo varias revisiones. “El principio básico es el respeto por el individuo (Artículo 8), su derecho a la autodeterminación y el derecho a tomar decisiones informadas.” (ib.)
Hay varios reglamentos subsecuentes que los especialistas han de conocer: por ejemplo el Informe Belmont (1978) de Estados Unidos, y el documento legal del Comité Internacional de Bioética de la UNESCO del año 1993 que protege el genoma humano complementando la Declaración Universal  de los Derechos Humanos.
Aún con la regulación que tenemos, se intuye que quedan muchas preguntas abiertas y que estamos en un campo donde se juegan fuertes intereses económicos e ideológicos. También se debe tener en cuenta que existen diversas corrientes dentro de la bioética. Puedo mencionar tres modelos de forma esquemática: el modelo radicalmente liberal que propaga una libertad ilimitada en la manipulación del ser humano; el modelo utilitarista que toma como criterio la utilidad social de experimentos humanos y otras prácticas médicas, y el modelo personalista que parte del valor de la persona humana.

Posición y Orientaciones de la Iglesia

Desde la perspectiva de la razón iluminada por la fe en el Dios de Jesucristo, la Iglesia Católica quiere ofrecer varias orientaciones y luces. Reclama que requieren una particular protección en este asunto aquellos seres humanos que son biológica, social o jurídicamente débiles o vulnerables. Afirma que el consentimiento informado es un punto clave en la investigación en humanos. El que participa debe conocer el objetivo del ensayo clínico y  la metodología empleada, y siempre tener la posibilidad de retirarse sin perjuicio en su tratamiento.[8]
Muy importante es que la protección en los experimentos debe vigilarse y garantizarse también a través de un Comité de ética (CDE) independiente que deberá dar su parecer sobre el protocolo de la experimentación.
Entre los documentos oficiales de la Iglesia Católica podemos mencionar Dignitas Personæ (DP), una instrucción del 2008 proveniente de la Congregación Para La Doctrina De La Fe de la Santa Sede sobre algunas cuestiones de bioética. Cito algunas conceptos:
  • Se ve a “la ciencia como un precioso servicio al bien integral de la vida y dignidad de cada ser humano.”
  • “A cada ser humano, desde la concepción hasta la muerte natural, se le debe reconocer la dignidad de persona.”
  • “Sólo por el hecho de existir, cada hombre tiene que ser plenamente respetado.”
  • El documento expresa “el porqué del valor inviolable del hombre: él posee una vocación eterna y está llamado a compartir el amor trinitario del Dios vivo.”
  • En cuanto a la “investigación sobre los embriones humanos, del uso para fines terapéuticos de las células troncales (o células madre), y en otros campos de la medicina experimental” se afirma que “El fruto de la generación humana desde el primer momento de su existencia, es decir, desde la constitución del cigoto, exige el respeto incondicionado, que es moralmente debido al ser humano en su totalidad corporal y espiritual.”[9]

“Así como hace un siglo la clase obrera estaba oprimida en sus derechos fundamentales, y la Iglesia tomó su defensa con gran valentía, proclamando los derechos sacrosantos de la persona del trabajador, así ahora, cuando otra categoría de personas está oprimida en su derecho fundamental a la vida, la Iglesia siente el deber de dar voz, con la misma valentía, a quien no tiene voz. El suyo es el clamor evangélico en defensa de los pobres del mundo y de quienes son amenazados, despreciados y oprimidos en sus derechos humanos.”[10]

Conclusión

Hemos hecho un recorrido en un campo determinado de la bioética, que es la experimentación con el hombre. Por esta pequeña muestra de la totalidad de las cuestiones bioéticas nos damos cuenta que mucho está en juego. El ser humano ha aumentado su poder, pero no todo lo que está en su poder es éticamente admisible.
Manejamos seguramente casi toda la información que hemos mirado, todo esto nos es accesible gracias a la tecnología de la comunicación. Es como disponer de los ingredientes para preparar una comida. El desafío consiste en combinar, “meter sobre el fuego” y “cocinar” una síntesis que pueda orientar nuestra vida. 
Existen varias formas para comenzar a componer esa síntesis, menciono tres. En primer lugar podemos hacer la síntesis en lo que la Biblia llama el corazón humano; en el corazón se ubica también nuestra conciencia ética. La Virgen María “guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lc 2,19). Un segundo campo para hacer síntesis puede ser el arte. Cuando alguien escribe una novela, pinta un cuadro o compone una música hace visible aquella belleza que se hace sentir cuando estamos en harmonía con nuestra realidad. Veo importante también un tercer ámbito donde se transforma la multitud de informaciones y pensamientos en convicción y fuerza para el cambio: la comunidad, especialmente la comunidad de fe. La bioética no va a ser el resultado de negociaciones entre intereses y esfuerzos de limitar daños; va a surgir con fuerza sólo de grupos con estilo comunitario que la promueven con convicción.
Para terminar les recomiendo la lectura de la última encíclica del Papa Francisco, Laudato si`, Loado seas. Es mucho más que un documento sobre la ecología, es una gran síntesis y contiene una visión conjunta del hombre, del mundo y de Dios que nos puede orientar en los inmensos campos que nos abre la ciencia hoy.
Le dejo la última palabra al Papa Francisco quien escribe en Laudato si´:
“San Juan Pablo II recordó que el amor especialísimo que el Creador tiene por cada ser humano le confiere una dignidad infinita…  cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. …hoy el paradigma tecnocrático se ha vuelto tan dominante que es muy difícil prescindir de sus recursos, y más difícil todavía es utilizarlos sin ser dominados por su lógica… la libertad humana es capaz de limitar la técnica, orientarla y colocarla al servicio de otro tipo de progreso más sano, más humano, más social, más integral”.

Ciudad del Este, 24 de setiembre 2015

Mons. Guillermo Steckling, O.M.I.
Obispo de Ciudad del Este



[1] Gaudium et Spes (GS), 1
[2] GS, 5
[3] “…ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?” GS, 10
[4] Bioética y Experimentación Humana. Trabajo de Curso. by Daniel Castillo Hidalgo . Universidad de Costa Rica
[5] Ib.
[6] Javier Vega Gutiérrez LA EXPERIMENTACIÓN CON HUMANOS, en www.mercaba.org
[7] Javier Vega Gutiérrez LA EXPERIMENTACIÓN CON HUMANOS, en www.mercaba.org
[8] J. V. Gutiérrez, ib.
[9] A este propósito el Papa Francisco dice Laudato Si`: “136. Por otra parte, es preocupante que cuando algunos movimientos ecologistas defienden la integridad del ambiente, y con razón reclaman ciertos límites a la investigación científica, a veces no aplican estos mismos principios a la vida humana. Se suele justificar que se traspasen todos los limites cuando se experimenta con embriones humanos vivos. Se olvida que el valor inalienable de un ser humano va más allá del grado de su desarrollo. De ese modo, cuando la técnica desconoce los grandes principios éticos, termina considerando legítima cualquier práctica. Como vimos en este capítulo, la técnica separada de la ética difícilmente será capaz de autolimitar su poder.”
[10] Dignitatis Personae

Crossing borders

Crossing borders – a word of thanks at Oblate School of Theology


San Antonio, Texas, May 7, 2015 - Bestowal of a honorary doctorate

Dear President of OST, Fr. Ron Rolheiser, 
Dear Fr. Gustavo Gutierrez,
Dear teachers, staff and students, 
Dear friends of OST,

Thank you for bestowing a honorary doctorate on my person, and on a bishop from Latin America. 

I am coming to you from Paraguay, which I have considered my second home ever since I was ordained a priest 40 years ago. It turned out to be even more my home a few months ago when the Holy Father appointed me as bishop of Ciudad del Este. Maybe I should tell you briefly where you can find Ciudad del Este on the map. It is right there where the borders of Paraguay, Brazil and Argentina meet. Only a few miles away you can discover the Iguazu waterfalls, one of the most magnificent of the world and made famous by the movie “The Mission”. Then again, at an ever lesser distance you find the Itaipú dam, which for a long time had been the largest electrical power station in the world. 

Ciudad del Este is the economic capital of Paraguay. Its material richness but also its problems have to do with its border situation. We can admire a mix of cultures and a dynamic pioneering spirit, but we also find land grabs and soy bean monoculture, smuggling and drug cartels. In that mixed reality many seek refuge in faith and they look for the Catholic Church to experience communion. In the diocese there is so much religious fervor, expressed in lay movements of all sorts and also numerous vocations to consecrated life. I am in a border town: on a border between countries and cultures, and also on the border between God’s generosity and the very mixed responses of human beings. Many people are at a loss. As my episcopal moto on my coat of arms I chose a phrase from the Our Father: Thy kingdom come, meaning something like this: May God become our leader soon, since we have no one else to turn to.

Years ago I learned that one of the great values Oblate School of Theology wants to live out is the openness to other cultures, and in particular the dialogue between the Anglo-Saxon and the Hispanic cultures, which are both strongly present in this part of the United States. Thinking of OST I make the choice to share with you some reflections on cross-cultural living in the context of faith, which has been a dominant experience throughout my life. I find there have been three steps in my faith sharing in a cross-cultural situation: the effort to be “inculturated”, then a growth in awareness of identity and differentiation, and finally the understanding of mission as border-crossing.

1. The “inculturation” effort


In 1974 when I arrived in Paraguay, a few months after my ordination, many of the missionaries of my generation made every effort to become one with the local culture. We observed other members of the Church questioning, ridiculing and even condemning cultural expressions of the ordinary people, especially of the indigenous minority. Even pastoral workers from the same country would show occasionally a lack of respect for the popular or indigenous cultures. Our generation sought insertion instead; ten years after Vatican II we were eager to “inculturate the Gospel”  – learning well the languages, spending time with the people, studying the local traditions. It was also the time of dictatorship in Latin America and we felt that we had not only to accompany the poor but also do it with great respect for them. Mary of Nazareth is a model of this attitude. At that time the bishops of Latin America said in Puebla that the Church "turns to Mary so that the gospel should be made flesh, become heart of Latin America." 

I believe this effort has borne its fruits, and that it was the first thing that needed to be done. People needed to be reaffirmed in their identity and their values as opposed to the disregard the regime of the time had for them. However, the inculturation approach had also its limits: I thought for instance that with effort and time I would become a full Paraguayan. I also confess that I may have been just too empathetic in certain situations. For instance, working with youth, in a small seminary for theology students, I should have been much more insistent on discipline, high standards and active involvement of their families.

2. Identity and differentiation 


In 1989 ended in Paraguay the rule of Alfredo Stroessner after an increasingly suffocating oppression of 33 years. We could breathe again. It was the time to value more our identities, of each different social group, of the Church and also of the missionary. We needed not be utterly united anymore to oppose oppression; we could appreciate our differences and even question each other. This discovery of identities is still underway. 

As to myself, I realized at that time that I never would cease to be a German in spite of all the inculturation efforts, and that this was a good thing. I had come to the country to be empathetic but also to contribute my own values with all respect, knowing that there were riches in my culture that should not remain unused. At that time religious orders would become more attentive to their own charism; as Oblates we rediscovered Saint Eugene de Mazenod’s love for the Church and his closeness to the poor.

Also the Church as such was rediscovering its identity as being different from the world. In Paraguay, after the first years of democratic rule we learned that as believers in Christ we were different also from the new democratic society, so much longed for and idealized at the beginning. But the good thing in democracy was that now we could state our position and identity openly.

The awareness of having distinct identities and the continued search for what we are can lead us to be more open to others.  The church in Paraguay welcomed a broad variety of faith expressions. Many church movements and groups poured in after 1989 or experienced a new growth if they had been present before. I left the country for Rome three years later but now that I am back I find these groups thriving. People were looking for something that would provide bonding to the community of believers so that they can be strong and make a difference in the society that is now surrounding us. 

The leaders of the new groups – from Legion of Mary to the Brazilian Convivio of Damascus, from Christian Family Movement to youth organizations – are people born in Paraguay. I believe it shows that the Paraguayan Catholics while becoming stronger in their identity have become more open when Christian values were proposed by people from other cultures. In my diocese the membership of the different groupings is rather large: about 500 groups of the Legion of Mary, 200 of the Christian Family Movement, and a number of others, over only 50 parishes. A special phenomenon is the existence of 61 groups who preach retreats in a charismatic style.  

There are, of course, some questions around confusion and disorder, or of becoming fanatic and seeking identity in exterior things. In this new affirmation of Christian identity, the local church as a whole is challenged to provide through its leaders a sense of direction, proposing strongly the life and message of Christ, referring to the God of Jesus Christ. The dynamism of God’s Kingdom as proposed by Christ and interpreted by the Spirit will give us the true, clear identity we need today, and also unity over and above all individual movements and spiritualities. A sharpened sense of the Church’s mission will prevent us from becoming closed and scattered groupings. This brings me to my third and last point.

3. Mission as border-crossing


The Church is missionary by nature since she was created as an instrument of God’s own mission. Between the inculturation efforts and the discovery of our identities we could lose sight of the essential thing: that as disciples of Christ we are sent on a mission, we are “discípulos-misoneros”, as we say in Latina America.  Our call is to cross borders, to go where the Kingdom of God most needs to be proclaimed. May I mention at this point that I am very thankful to Father Ron Rolheiser who introduced the concept of border-crossing into the Oblate Congregation some years ago.  

In my border diocese I feel that we are often getting into new territories even without getting into Brazil or Argentina which are both only a few miles away. The more difficult borders are inside our lands: they mark the boundaries of youth culture, the indigenous, the immigrants, those engaged in criminal activities, those who receive good salaries, of the small farmers who are selling their land and of the investors who buy it.

Crossing borders implies a risk. When I was working for the formation of future Oblate Missionaries I reached the conviction that for a future missionary it is necessary to experience at least once in his formation process a culture shock. We must lose the initial fear of the culture shock implied by crossing borders.
After four and a half months in Ciudad del Este, I do not know exactly how our missionary border-crossing will work. Sure, we will have to foresee a good pastoral plan and elaborate it out with the help of all sectors. To do this well, we will need to pay attention to those who frequently are forgotten, the silent poor. We will need a high quality reflection process. How good would it be to have an Oblate School of Theology right there. 

Above all, there is the necessity of a very strong relationship with the living Christ. We cannot pretend to have found him in the Bible, the teaching and the sacraments of the Church, and not recognize him in those who live across the borders, especially the many, too many poor people. He asks of us witnessing everywhere, creating communion among all and being servants of those most in need. 

When he walked among us, Christ was crossing borders all the time even without leaving his country, and he made his disciples accompany him in order to prepare them for missionary outgoing. Whenever we dare leaving behind our fences, take the risk of going to the cultural home of others, this will be a sign that we are be guided by the Spirit of the living Christ. I thank you.

Convivencia de seminaristas en Caacupé

Homilía del 1º de mayo 2015, Memoria de San José Obrero
Lecturas: Col 3,12-21; Sal 89; Mt 13, 54--58

Queridos hermanos,

El seminario es un lugar donde se juntan las semillas de las vocaciones. Pero no solo se juntan como en un depósito, un silo de granos como hoy los vemos mucho en la campaña. El seminario es un lugar donde las semillas ya tienen que germinar, brotar y comenzar a  crecer. Es un semillero, un vivero, desde donde se van a trasplantar luego los brotes al campo del Señor.

¿Funciona bien la institución del seminario? ¿Funciona como debe?

Debemos esta institución principalmente al Concilio de Trento, casi 500 años atrás. Siempre es bueno evaluar, incluso dudar un poco – pero no conviene jugar sin motivo con algo que nos ha proporcionado ya tantos frutos. Pero menciono un par de objeciones contra la institución seminario:

  • El seminario, se dice, protege demasiado a los brotes que germinan allí; a veces salen plantas de invernadero que no pueden resistir a los rigores del clima afuera;
  • El seminario, se dice, ocupa muchos años  y a veces no transforma a las personas: a veces falta madurez humana y cristiana en los que son ordenados.

Nos encontramos aquí con objeciones serias que nos deben mantener alerta. Para encontrar respuestas vamos a inspirarnos en el santo de hoy y el ambiente de su vida para ver cómo superar las debilidades que puede haber en la formación sacerdotal.

San José es el padre custodio de Jesús y también de la Iglesia, declarado como tal por el Papa Beato Pío IX en 1870.  Creo que asimismo le podemos considerar padre custodio de los seminarios.

Lancemos la afirmación que la casa de José, la casa de Nazaret es el modelo ideal del seminario. En esta casa-seminario Jesús sería como el seminarista, que crece en edad y sabiduría y se forma como todos nosotros, humildemente aunque es el Hijo Unigénito de Dios. En esta casa María crea el ambiente de hogar; qué lindo habrá sido vivir en la casa de María. Y José es el formador.

Vamos a fijarnos en las tres personas del hogar de Nazaret y luego añadir un punto más.

¿Jesús, el seminarista? Jesús es divino pero también humano. Ha sufrido el trauma del exilio. Su familia se establece en Nazaret. Aprende la Escritura y al mismo tiempo la interpreta mirando la realidad alrededor – lo veremos después en sus parábolas. Pasa por su crisis de radicalismo juvenil cuando se pierde en el templo y no se da cuenta del dolor que su pérdida ha causado en María y José.
Podríamos seguir; Jesús es en muchos aspectos como un seminarista. Y como un formando debe esperar muchos años, hasta el bautismo en el Jordán, para comenzar su ministerio público.

Pero Jesús no es una planta débil de invernadero. Tampoco pierde su tiempo, sólo sabe esperar hasta que le llegue la hora que su Padre Dios le indica.

María, la madre del seminario de Nazaret... En el seminario no puede faltar la presencia femenina ni el ambiente de hogar. No es una institución sin alma. Hemos peregrinado a Caacupé para sentir cómo la Virgen nos cuida y educa, cómo lo hace a su manera de verdadera madre: a veces con la sola mirada, con un gesto que nos impresiona más que las muchas palabras de otra gente.

José, el formador. José le da el nombre a Jesús al reconocerlo delante de la ley como si fuera su hijo: le llama Jesús, que significa "Dios salva". Sabe poner nombre mejor que nosotros ponemos apodos. Como José, también el formador tiene que saber poner un nombre al Hijo de Dios, manifestar su esencia, decir de nuevo que en Él se manifiesta la misericordia de Dios: “salvará a su pueblo de sus pecados".

Leí en la homilía de otro predicador: José “se entrega y se pierde en su misión: Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados (Lc 2,48). José es humilde en su tarea educadora. No es autosuficiente. Él, en su vida de custodio y educador, no hace de protagonista, sino de colaborador. Aparece siempre en la sombra. No es el hombre que habla, sino el que escucha mucho, el que ama mucho, el que vigila, el que protege. Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados (Lc 4,48). Él espera recibir los dones de Dios. Es un pobre instrumento en las manos de Dios. Dios hace maravillas con José como educador.” (Mons. D. Antonio Ceballos, obispo de Ciudad Rodrigo, en 1992.)

Y un último punto. Hoy es el día de José Obrero.
Los textos bíblicos del día hacen alusión al trabajo:

  • ¿No es este el hijo del carpintero?
  • El Señor haga prosperar la obra de nuestras manos.
  • Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre.

José educa a Jesús no tanto como lo hace una profesor sino a la manera de un maestro en su profesión. También le enseña a trabajar, a enfrentar los desafíos de su oficio y el cansancio. El seminarista deben ser trabajador. Aní jaikó reí. Me acuerdo que Mons. Ramón Bogarín nos hablaba de eso en una conversación; decía: “no estés de balde, si no, el diablo te va a ensuciar” (en guaraní la expresión es más fuerte).

En el seminario debemos ser trabajadores, honrando así a los que luchan por su pan de cada día. Trabajadores en el oficio que nos corresponde: estudio, lectura, reflexión, ejercicio, en el Opus Dei, la obra de Dios – así se llamaba la oración de la Liturgia de las Horas. Después de tantos años de seminario sería una pena no tener nuestras parábolas listas como Jesús, no saber explicar, no saber tratar a la gente con paciencia, no saber enseñar con autoridad. Jesús en cambio, salió bien formado del “seminario” de Nazaret.

Cierto, nunca podremos superar a Jesús, pero sin embargo, el Espíritu del Resucitado puede y debe vivir en nosotros. Estamos llamados a ser semejantes a Jesús, incluso a ser su sacramento.

Jesús, María y José, vengan en nuestra ayuda para que nuestros seminarios sean como vuestro hogar de Nazaret. Amén.